La portada principal de la Catedral de Guadix es denominada portada de La Encarnación por estar dedicada a la advocación que da nombre a este primer templo de la diócesis accitana, según la devoción de la reina Isabel la Católica.
Se concibe como un gran retablo, dividido en tres cuerpos (tanto horizontal como verticalmente), donde destacan sus grandes contrafuertes decorados con columnas adosadas; el volumen de estos, crea grandes claroscuros en el interior de las calles, recreándose minuto a minuto y hora a hora, según la incidencia de la luz solar, el conjunto arquitectónico. De esta forma se alcanza el cénit del ideal barroco. Sobre las puertas laterales, se abren grandes ojos de buey, sobre los que descansa las letras «F» e «Y», iniciales de los reyes Felipe V e Isabel de Farnesio. El espacio central corona la portada un gran relieve en mármol con el misterio de la Encarnación, obra del canónigo Moyano (académico de San Fernando). Sobre el mismo un gran escudo, también en mármol, del rey Carlos III el Patronato Regio de esta Santa, Apostólica y Real Iglesia Catedral de Guadix y su vinculación histórica con la nueva dinastía de los Borbones, triunfadora y entronizada a comienzos del siglo XVIII.
El conjunto de la portada de San Torcuato (S. XVIII) es obra del maestro Gaspar Cayón, que la impuso por motivos de simetría con la portada de Santiago, en contra del criterio del Cabildo que no quería abrir una puerta al norte, debido a los rigurosos fríos propios de la climatología invernal de Guadix. Se trata de una portada palaciega, en el sentido civil del término. La decoración se centra en la puerta, que se alza majestuosamente sobre una gran escalinata que le otorga un sentido regio a todo el conjunto.
Junto a la portada de San Torcuato, se encuentra la puerta de acceso para visitar el Conjunto Catedralicio de Guadix.
Sin duda, desde el punto de vista decorativo y conceptual, se trata de la portada más densa, abigarrada y bella de la Catedral de Guadix, respondiendo claramente al ideal del barroco católico. Juega magistralmente con los volúmenes de los diferentes espacios que la componen. Realizada a modo de arco triunfal, está flanqueada por pares de columnas corintias, medallón central con la heráldica catedralicia (Jarrón de Azucenas flanqueado por una «F» y una «Y» coronadas) y sobre él la hornacina que acoge la imagen del Apóstol Santiago, obra de Francisco Moreno.