Actualmente, los visitantes del Conjunto Catedralicio de Guadix tienen la posibilidad de adentrarse en la Sacristía Mayor.
Como en todos los templos católicos, la sacristía constituye una dependencia imprescindible, pues en ella se guardan y custodian todos los vasos sagrados y vestimentas necesarias para la celebración de la sagrada Eucaristía. Por ello mismo, el elemento más característico de todas las sacristías es su rico mobiliario, en el cual se custodian dichos elementos cultuales.
Pero antes de adentrarnos en la Sacristía Mayor, no podemos dejar pasar desapercibida la riqueza de su ostentosa portada: el más claro ejemplo de arte renacentista en la Catedral.
Flanquean la portada los escudos de dos de los prelados más relevantes de la Silla Episcopal de Guadix: don Martín Pérez de Ayala, gran teólogo y catequeta; y don Melchor Álvarez de Vozmediano, que legó a la Iglesia de Guadix una espectacular colección de libros de diversa temática. Ambos, que vivieron durante el siglo XVI, participaron activamente en el Concilio de Trento y aplicaron los postulados del mismo en la diócesis accitana.
Todo el conjunto de la portada destaca por su delicada factura y su estudiada armonía.
En el interior, destaca, sobre todo, la cúpula profusamente decorada que cierra de forma esférica la planta cuadrada de la Sacristía, descansando sobre pechinas en las que se encuentran los atributos de los Cuatro Evangelistas.
La carpintería, ricamente tallada, es una obra singular que merece una detenida contemplación. También en la Sacristía es posible contemplar el tabernáculo de orfebrería, del granadino Miguel Moreno, en el cual procesiona el Corpus Christi, flanqueado por cuatro candelabros de plata de estilo manierista del siglo XVII, de una excepcional calidad artística, obra de Francisco Cervantes.