Sin duda el elemento arquitectónico más visible de la Catedral es su torre-campanario, hasta tal punto que es posible afirmar que se trata del elemento identificador de la Ciudad, pues es posible su contemplación desde cualquier punto del núcleo urbano y la Hoya de Guadix. Ninguna torre catedralicia tiene una presencia tan rotunda en el espacio geográfico. Una de las particularidades de la torre es que en la sala de campanas hay un balcón volado, que hace que el espectador pueda salir y contemplar una panorámica a 360º. Además cada esquina de la torre está orientada a un punto cardinal, sirviendo como brújula para los accitanos.
Se trata de una torre de planta cuadrangular de tres cuerpos más remate poligonal, coronada por la imagen del Sagrado Corazón de Jesús colocado en 1945 en un alarde de tecnología para su época, ya que está imagen, en actitud bendiciente, da una vuelta cada doce horas; y por la noche, se ve iluminado su corazón divino, símbolo de amor a la humanidad. Originalmente, la torre terminaba en una esbelta veleta herreriana, al modo, como se coronan, las torres de las iglesias de Castilla.
La construcción de la torre fue algo en lo que se afanaron prelados y Cabildo, a pesar de las penurias de la fábrica y de los contratiempos en su alzado (como incendios o terremotos), su construcción nunca se detuvo, ya que, se consideraba un elemento de honor y grandeza el poder elevar la torre para que fuera visible desde los cuatro puntos cardinales de la geografía accitana.
El de campanero era un oficio imprescindible en la Catedral, para ejecutar los distintos toques de las campanas según las horas litúrgicas y festividades, así también como los grandes acontecimientos como terremotos, incendios, epidemias, la nacimiento de un infante real, en los que también se tocaban las campanas. En el segundo cuerpo de la torre, bajo la sala de campanas, se encuentra la casa del campanero. Éste, junto con su familia vivía en esta dependencia que consta de siete estancias: la recibidor, dos dormitorios, salón de estar, cocina, despensa y habitación de los baúles. El mobiliario es de finales del siglo XIX y primera mitad del siglo XX. Se ha recuperado siguiendo los inventarios que se conservan en el archivo Catedralicio.
El campanario consta de trece campanas distribuidas en doce vanos. Nombradas desde la más grande y siguiendo del orden de las agujas del reloj se llaman de: Santa Barbara, Santa Isabel, Niño Jesús, San Fandila, Sagrada Familia, San Torcuato Primer Obispo, San José, Nuestra Señora de las Angustias, Beato Juan de Ávila, San Torcuato, La Anunciación, San Pedro Apóstol y San Rafael. Todas las campanas son de la posguerra y algunas de ellas están realizadas en hierro.