Hacía una semana que Felipe III había fallecido en Madrid, pero la noticia de la muerte del rey aún no había llegado a Guadix. Así el cabildo de la Santa Apostólica y Real Iglesia Catedral de Guadix organizaba una procesión por la salud del monarca, llevando la reliquia de la Santa Espina hasta el convento de San Agustín. Eran los primeros días de abril de 1621.
La Santa Apostólica y Real Catedral de Guadix tiene una reliquia de una Sagrada Espina de la corona del Nazareno que fue donada el 4 de Abril de 1609 por el que era obispo de la diócesis D. Juan Orozco y Covarrubias (1606-1610). El documento de donación fue redactado ante el Dr. D. Francisco Murga, secretario del Cabildo, siendo testigos el Dr. D. Diego de Santa Cruz y Saavedra, chantre, el Ldo. Diego de Covarrubias y el Bachiller Baltasar Cobos, racionero.
En este documento el obispo cuenta cómo llegó a poseer esta reliquia y además daba datos fidedignos para afirmar que sin ningún género de dudas era “de la corona con que Nuestro. Señor Jesucristo fue coronado en su pasión”. El obispo trajo las reliquias de un convento de monjas, situado en Italia. Juan de Orozco y Covarrubias halló la espina y otro día sin que lo viese otra persona más que la abadesa del convento la tomó para sí y la guardó y esta espina la ha traído el obispo siempre consigo por mar y por tierra donde se ha visto en grandes peligros y de todos piadosamente cree que lo ha librado Dios por la santa reliquia y esta es la que entrega y dona. La reliquia está guarnecida en un cristal cuadrado con cuatro pilares y el asiento de plata sobredorada para que sea venerada, poniéndose en su capilla (se refiere a una capilla de la catedral en la que él deseaba ser enterrado).
E l obispo Juan de Orozco y Covarrubias, quien construyo el palacio episcopal, donó a la Santa Apostólica y Real Iglesia Catedral otras muchas reliquias cuyos documentos de autenticidad se conservan en su Archivo. Durante la Guerra Civil (1936-1939) fueron profanadas, sin embargo, la reliquia de la Sagrada Espina fue encontrada al finalizar la guerra en los sótanos del Palacio Episcopal por D. Antonio Marruecos, capellán del obispo D. Rafael Álvarez Lara. Estaba fuera de su relicario, pero en lugar que se pudo apreciar y ver bien, siendo reconocida por el deán D. Juan López, el maestrescuela D. José Mínguez Jiménez y el canónigo D. Gabriel Martínez Labella (estos tres miembros del Cabildo la reconocieron, porque antes de la guerra también formaban parte del mismo y conocían esta reliquia). Actualmente se conserva en un relicario donado por el obispo D. Rafael Álvarez Lara.