Genealogía de la pintora Mariana de la Cueva.
El hallazgo de la partida de Bautismo de la pintora accitana del siglo XVII doña Mariana de la Cueva Benavides y Barradas ha sido, sin duda, un detonante que dispara nuestro interés sobre la artista, de la que se conserva una pintura en el Museo del Prado “San Francisco en meditación”. Esto nos ha impulsado a localizar más documentos, tanto en el Archivo Histórico Diocesano de Guadix como en otros archivos. Cada documento ha sido un eslabón de la cadena, aun dispersa, de datos biográficos de la pintora. Uno de ellos ha sido la partida de defunción de su padre, don Pedro de la Cueva Benavides, fallecido en Guadix en 1635. La misma, aporta datos interesantes para seguir indagando. Seguidamente hago la trascripción en ortografía actualizada para su mejor comprensión:
“En cinco días del mes de octubre de mil seiscientos treinta y cinco murió don Pedro de la Cueva, recibió todos los sacramentos, enterrose en el convento del Sr. San Francisco. Fueron a su entierro los Señores Deán y Cabildo de esta Santa Iglesia, los beneficiados de la universidad, los religiosos de los tres conventos de Guadix. Otorgó su testamento ante Domingo de Siles, mandó se le dijesen por su alma dos mil misas […]se le dijeron el día de su entierro todas las misas que se le dijeron en conventos y parroquias, tocó al Sagrario de las misas de su testamento […] quinientas misas. Dejó por sus albaceas el Padre Fray Pedro de la Cueva, su padre, mi señora doña María de Urrutia y mi señora doña Juana de Barradas. Fueron sus herederas doña Mariana de la Cueva y doña Catalina de la Cueva, sus hijas legítimas. Y lo firmé ut supra.
Lucas Pulido de Rienda.”
Inscripción de entierro de Pedro de la Cueva.
Ya en la partida, se da bastante información, que concuerda con la encontrada anteriormente; como que el abuelo de la pintora entró en religión una vez hubo enviudado de su esposa, doña Mariana de Carvajal. Ya había enviudado cuando nació la pintora, pues en el bautismo fue su padrino y ya era religioso, por lo que esta no llegó a conocer a su abuela paterna, de la que, seguramente, heredó el nombre. Otro dato de interés es que sus herederas fueron sus hijas: Mariana (la pintora) y Catalina (monja en el Convento de Santiago de Guadix), información que concuerda con los costados de la genealogía de la familia “De la Cueva” que se puede consultar en la Biblioteca Digital de la Real Academia de la Historia, por lo que hay que descartar la existencia de más hermanos. También se infiere del documento: que el abuelo, Fray Pedro de la Cueva, y la madre de la pintora, sobrevivieron al padre; puesto que son nombrados albaceas testamentarios, junto a doña María de Urrutia. Don Pedro de la Cueva debió morir joven, exactamente trece años después de su matrimonio (1622), cuando Mariana, la primogénita, tenía doce años. Era aconsejable buscar el testamento que otorgó el finado ante el escribano, Domingo de Siles y que se encuentra en el Archivo de Protocolos Notariales de Guadix, del que se solicitó copia.
Primera página del testamento de Pedro de la Cueva
Del testamento, sólo trascribiremos algunos fragmentos que aporten nueva información o que completen la ya conocida por la partida de entierro. Lo primero que encontramos es el la constatación de que la voluntad de don Pedro de la Cueva, era la de ser enterrado en el Convento del Sr. San Francisco de Guadix. Concretamente, en la capilla que la familia de María de Urrutia tenía en el convento. María de Urrutia es una de las albaceas testamentarias y además su tía. Más tarde trataremos de aclarar este parentesco:
“… Lo primero, encomiendo mi alma a Jesucristo Nuestro Señor, que la creó y redimió por su preciosa sangre y el cuerpo mando a la tierra de la que fue formado. Iten mando que cuando la voluntad de Dios Ntro. Sr. fuere la de me llevar de esta presente vida, mi cuerpo sea sepultado en la capilla que mi señora doña María de Urrutia y Velasco, mi tía, tiene en el Convento del Sr. San Francisco de esta ciudad, a quien suplico a VM […] dé licencia para que mi cuerpo sea enterrado en la dicha su capilla…” (fol. 1).
Doña María de Urrutia, era una señora muy poderosa en la ciudad, hija de don Pedro de Urrutia y Barguén de un linaje de Navarra, esposa de don Andrés de Cárdenas y Luján, tío de don Pedro don Pedro de la cueva, pues su abuela, doña Quiteria de Benavides, era hija de doña Luisa de Luján. En el Archivo Histórico Diocesano de Guadix, podemos encontrar numerosa documentación relativa a esta poderosa familia Urrutia, fundadora de capellanías y obras pías.
Puede visitarse la capilla de la familia Urrutia en el Convento de San Francisco de Guadix, donde todavía permanece la lápida en la que puede leerse: “Esta Capilla es de don Pedro de Urrutia y Barguen…”
Interior de la iglesia de san Francisco de Guadix y lápida de acceso a la cripta de la capilla de los Urrutia.
Otra información que se extrae del testamento es la orden religiosa en la que ingresó el abuelo de Mariana de la Cueva, que no es otra que la de San Francisco. Nos preguntamos si no sería ese el motivo que llevara a la pintora a realizar una obra dedicada al santo…, habría que conocer la trayectoria de la pintura antes de su llegad al Museo del Prado.
“Iten digo y declaro que al tiempo cuando el Padre Fray Pedro de la Cueva, mi padre, entró en la religión de Ntro. Padre San Francisco otorgó su testamento por ante Andrés de Scós…” (fol. 2)
En lo relativo a las herederas de don Pedro de la cueva, deja, a sus hijas y a su mujer, que heredan a iguales partes según consta en el siguiente párrafo.
“Dejo por mis universales herederas a doña Mariana y a doña Catalina, las dichas mis hijas y de la doña Juana de Barradas mi mujer las cuales quiero que los hayan y hereden por iguales partes.”
Aunque un poco más adelante, hace mención de su hija Mariana como la heredera de su mayorazgo, para que se cumpla la voluntad de su abuelo, también llamado don Pedro de la Cueva, de que todos los años por el día de Pascua de Navidad se den a los pobres diez ducados, como su padre y él habían cumplido:
“Iten declaro que el Sr. don Pedro de la Cueva, mi abuelo, mandó que todos los años por Pascua de Navidad, se den a pobres vergonzantes diez ducados, y el Sr. don Pedro de la Cueva, mi padre y yo lo hemos cumplido, quiero y mando y es mi voluntad y pido que con el consentimiento de doña Mariana mi hija mayor y sucesora en mi mayorazgo y a los demás que en él sucediesen que tengan cuidado que esto se cumpla con puntualidad.”
Por medio de otros documentos, como el pleito que el mismo año de su muerte, 1688, doña Mariana de la Cueva tuvo con el subdiácono D. Diego Pérez Merino, así como con el pleito que mantuvo con don Diego de la Cueva en 1662, que formaban parte del mayorazgo los cortijos de Sillar Bajo y Monforte.
Cortijo de Síllar Bajo (izquierda) y Cortijo de Monforte (derecha).
En el primer pleito, hallado en el Archivo Histórico Diocesano de Guadix, Mariana pleitea con el que fue hijo del administrador de los cortijos por haber declarado menos producción de carbón de encina de la que realmente se tenía. En el segundo, hallado en el Archivo de la Real Chancillería de Granada, pleitea con su pariente Diego de la Cueva, por impedir el riego de las tierras del Cortijo de Monforte como tradicionalmente se venía haciendo en vida de sus antepasados.
De todo esto se deduce que doña Mariana de la Cueva, se encontró, siendo una niña, como la heredera de un mayorazgo extenso. Seguramente su madre, doña Juana de Barradas, tuvo que velar por los bienes de sus hijas en un principio, hasta el matrimonio de su primogénita con don Pedro Ostos de Zayas, tan sólo cuatro años después de la muerte de su Padre.
Estos son los documentos que han podido analizarse hasta el momento, estamos a la espera de otros que puedan arrojar más luz a la biografía de esta dama, especialmente sobre sus últimos años y si es posible sobre su trayectoria como pintora.