Devoción a San Torcuato.

San Torcuato.

San Torcuato fue uno de los varones apostólicos discípulos directos del apóstol Santiago. Según la tradición jacobea, junto con Segundo, Indalecio, Tesifonte, Eufrasio, Cecilio y Hesiquio, forman los nueve Varones Apostólicos y fueron designados por San Pablo y San Pedro para evangelizar España. San Torcuato, el más anciano de los siete, guiaba a sus hermanos por tierras hispánicas, cuando en las cercanías de Acci, se detuvieron a descansar. Mientras este pueblo rendía culto a Júpiter, Mercurio y Juno, sus habitantes se percataron de que ninguno de los siete festejaba a sus ídolos y entonces se rebelaron contra ellos. En medio de la persecución, los siete varones cruzan el río Fardes y, cuando sus perseguidores están en medio del puente romano, este se derrumba. En ese momento, por mediación de una hacendada senatrix romana, llamada Luparia, que con el tiempo se convertirá en santa, son acogidos con respeto y Guadix queda ya cristianizada. Sin embargo, San Torcuato decide quedarse en Guadix. Poco después es martirizado en Face-retama. En el lugar, donde hoy se encuentra una ermita y muy cerca un olivo, del que se dice que es retoño del plantado por el santo, cuyas aceitunas y hojas son milagrosas. San Torcuato durante siglos fue venerado en Guadix, pero en tiempos de Abderramán, hacia, y ante el peligro de la invasión musulmana, fue trasladado a la iglesia de Santa Comba donde permaneció hasta que fue reubicado en el monasterio de San Salvador de Celanova, en Orense y desde esta época hasta la actualidad reposan allí sus sagradas reliquias.

La iconografía de San Torcuato en el museo de la Catedral de Guadix.

La Cátedra de Guadix, tiene su origen en la predicación, de San Torcuato, el primero de los Siete Varones Apostólicos, que según sólida y antigua tradición, fueron discípulos del Apóstol Santiago, y después enviados por San Pedro y San Pablo a evangelizar Hispania.

Esta evangelización, tuvo como centro y eje, la antigua colonia romana Julia Gemella Acci, nuestra Guadix actual. Guadix, ha defendido siempre ser la primera diócesis de España, y su Iglesia Catedral, luce como mayor honor y gloria, el título de Apostólica. Es lógico que la que es cátedra de San Torcuato, albergue, tanto en talla como en pintura, la iconografía del Santo Varón Apostólico. En la fachada principal de la Catedral encontramos su imagen, obra contemporánea en mármol de Macael, de María Ángeles Lázaro Guil. En la Fachada de San Torcuato se conserva, una imagen en piedra del siglo XVI. En el interior del templo encontramos la imagen tallada de Torcuato Ruiz del Peral, que corona la silla episcopal del coro y en la capilla de San Torcuato, la imagen central del retablo, obra de Castillo Lastruci, y el bautismo de Santa Luparia del ático del retablo, posiblemente, de Francisco Moreno.

En la sala segunda del museo de la Catedral, se recrea la historia de la Iglesia de Guadix, de ahí que este apartado se llama memoria. Arranca con dos magníficos cuadros de Pedro y Pablo, recordando que fueron estos los que enviaron a nuestro glorioso patrón a predicar el Evangelio de Cristo a la Hispania Romana. A continuación, se encuentra la piedra angular de la evangelización que es el hecho en sí del bautismo, representado en un lienzo del siglo XVIII que recoge el momento exacto en el que nuestro glorioso patrón derrama las aguas bautismales sobre Luparia, la Primera de la Accitania que abrazó la fe de Jesucristo. Por tanto, podíamos decir que este cuadro es fedatario del nacimiento de la Iglesia en Guadix, porque la Iglesia comienza cuando la fe es acogida y se recibe la gracia del Santo Bautismo. Todas las figuras se inscriben en una diagonal tan agosto del barroco a la izquierda se encuentra el Santo Varón vestido de pontifical en un retrato idealizado y junto a él los ministros que le ayudan en la celebración del bautismo. Estos son verdaderos retratos de personajes del momento, las caras redondas, algo rechonchas. Buscan dotar a la representación de realidad temporal. Santa Luparia, arrodillada junto a la pila bautismal, a modo de corte y para hacer resaltar la nobleza de la misma y su posición social, además de su santidad, no solamente se idealiza su rostro en correspondencia con el de San Torcuato, sino que entre las damas que le acompañan, se encuentra también una mujer de raza negra, ¿Representa quizás, a una esclava, o simboliza la universalidad de la fe cristiana? Es curioso en este cuadro, la jarra de pico español, con la que San Torcuato, vierte el agua que chisporrotea sobre la cabeza de Santa Luparia. Como signo sacramental de la fe, tampoco falta el cirio encendido ni la cruz que sostienen en sus manos los acólitos. El lienzo deja trasparentar, o bien las huellas de varios pentimentos o bien que el lienzo ha sido reutilizado. Se trata de una buena pintura con calidad, tanto en el dibujo, como en la técnica y la composición. La misma es deudora de iconografías anteriores en las que se recoge el mismo hecho, como muestra el estandarte de San Torcuato. Magnífico bordado en sedas, oro y plata; que recoge también el momento del bautismo de Santa Luparia. Sin ninguna duda la mejor obra de arte y la más antigua que la catedral conserva con esta iconografía.

También se exponen dos imágenes de bulto redondo, de tamaño algo menor que el académico. La primera es una obra en leño, en la que se representa al santo vestido de pontifical, con mitra, báculo, y guantes. Es un obispo joven, imberbe; curiosamente en la estatuaria de bulto redondo siempre se le representa sin barba, mientras que en la iconografía del Bautismo de Santa Luparia se le representa con la majestad de un anciano con una barba blanca que le dota de un carácter venerable. Esta obra fue regalo del pintor Julio Visconti al obispo Don Ginés García Beltrán, que a su vez la regaló al museo catedralicio.

La siguiente escultura de características similares en el tipo iconográfico, pero de mejor calidad artística, llegó a la catedral el pasado mes de marzo, como regalo de las monjas clarisas de Guadix. Se trata de una imagen tallada en piedra caliza policromada, cómo la anterior, viste los ornamentos pontificales. Al parecer esta imagen pudo ser repolicromada después de la Guarra Civil y seguramente de inspiración de la imagen patronal del  templo catedralicio, ya que las similitudes del rostro imberbe son más que evidentes; se ahí que esta imagen se haya colocado, regalo de Don Manuel Amezcua, una fotografía de 1834, para que el visitante pueda comparar esta imagen con la que existía en el retablo mayor de la capilla de San Torcuato. Todas las imágenes descritas hasta ahora son de autor anónimo. También alberga el museo una terracota del canónigo don Jesús Campaña Hernández. Gran maestro en el modelado del barro, que caracterizaba de manera singular, a los personajes más típicos de la ciudad de Guadix.

La última obra en reseñar es el modelo en bronce fundido del que será el monumento que la ciudad de Guadix, representada por la plataforma promonumento a San Torcuato, levantará a su patrón próximamente. Obra del accitano Joaquín Torcuato Leyva Navarrete. Se trata de una escultura de gran fuerza emocional, que recoge el momento, en el que san Torcuato, apoyando su pie derecho en un sillar romano en el que está escrito el nombre de la colonia, con la izquierda clava la cruz, a la vez que con la mano derecha la señala.

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